Los efectos colaterales de la pandemia han provocado una tendencia de demandas de disolución matrimonial. Las colas en el Registro Civil para solicitar la separación o el divorcio llevan a los despachos de abogados a un colapso de personal. La demografía familiar se ve más que nunca en una situación bastante crítica por el repunte de los casos.

Se teme que esta demanda suba cada vez más ocasionando un embudo en el sistema judicial por la falta de jueces. La multitud de llamadas para iniciar el trámite pone en el punto de mira los efectos que ocasionará en los niños.  Aunque conservar la custodia de los más pequeños sea el principal motivo para no seguir con el trámite, la infelicidad conyugal dispara el riesgo de enfermedad y de obesidad. 

Sin embargo, la patria potestad en estos momentos pende de un hilo, los derechos y obligaciones adjudicados a los padres sobre sus hijos no emancipados está desencadenando una desmesurada situación, las personas dedicadas a la abogacía se han manifestado en más de una ocasión para advertir que el miedo al contagio no está acompañada del derecho de que los padres priven a sus hijos de asistir a los centros educativos. 

Por otro lado, la demografía familiar baja más que nunca, pero la posibilidad del baby boom, o denominado coronaboomers crece posicionando el boom de una generación que nacerá después de la pandemia, aunque aún no hay muchos datos que apoyen a esta tesis. A diferencia de esta posibilidad se observa un gran temor en las familias de hacer frente a la manutención de sus hijos, debido a una gran inestabilidad económica que puede poner en juego la tutela. 

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